viernes, 20 de junio de 2008

Ayudar a sus hijos e hijas a estudiar es tarea de todos los padres.

¿Cómo ayudo a mi hijo a estudiar?

Trabajo todo el día, llego de noche a mi casa y tengo que servir la comida. Y como si fuera poco, llega mi hijo y me dice que tiene que estudiar". La situación se repite en muchos hogares de nuestro país. Si bien es verdad que los padres deben apoyar constantemente en la educación a sus hijos, más importante aún es que éstos consigan formar hábitos de estudio, pues así lograrán autonomía en el colegio y conseguirán herramientas para su futuro laboral.
En este sentido, el rol de los padres es fundamental, pues ellos deben ir generándoles estos hábitos desde la niñez. He aquí algunas recomendaciones básicas:

¿Cuándo y cómo comenzar?
Lo ideal es empezar cuando ingresan al colegio. Hasta los ocho años, los padres deben acompañarlos en sus momentos de estudios, ayudando, corrigiendo, aclarando las dudas de su hijo. Más adelante, se debe ir logrando la autonomía del estudiante. Una buena forma de comenzar es diariamente utilizar diez minutos para cualquier actividad cognitiva, como repasar una materia, leer un libro o revista de libre elección, hacer una tarea, etc. Este corto período se debe ir alargando, hasta lograr que el niño llegue a estudiar una hora o una hora y media diaria.
Es fundamental que los padres insistan en su rol de formar el hábito diario hasta cumplir con su objetivo. Aunque los niños se rebelen, es necesario insistir y ser constantes en las decisiones y horarios, pues ellos suelen manipular la situación a su favor. Se debe transmitir que el acto de aprender es entretenido.

¿A qué hora y dónde estudiar?
Se recomienda estudiar de día y no de noche, pues el cuerpo está menos cansado y es mejor trabajar con luz natural. El niño debe descansar al menos media hora después de llegado del colegio. El estudio debe estar distanciado de las comidas. Una vez descubierto el horario adecuado, se recomienda fijar esa hora para todos los días.
El lugar debe ser lo suficientemente amplio para moverse cuando sea necesario relajar la postura y con buena ventilación. En caso de utilizar luz artificial, ésta debe estar ubicada al lado izquierdo, o al revés si se es zurdo. La comodidad es muy importante, por lo tanto es ideal usar vestimenta holgada que permita la libre respiración y los movimientos.
Ojo con los elementos de distracción. Antes de comenzar deben tenerse a la mano todos los materiales a utilizar, para así evitar levantarse a cada rato a buscar cosas. Por otra parte, no se debe estudiar con la televisión ni la radio encendidas. Lo único tolerable en materia musical podría ser una leve música orquestada.

¿Cuánto estudiar?
Una sesión de estudio no debería exceder las dos horas, introduciendo pequeñas pausas de cinco minutos cada media hora. En el caso que se deba cumplir con una tarea que requiera una manipulación activa de materiales y se necesite de pausas más extensas, entonces la sesión podría prolongarse a hasta tres o cuatro horas. Con los niños más pequeños, entre los seis y los diez años, es conveniente que cada 15 minutos exista un recreo.
Si le han mandado tareas para hacer durante el fin de semana, inste a sus hijos a que las realicen el sábado, para que el domingo sea exclusivamente dedicado al descanso y la recreación.

¿Cómo estudiar?
Ojalá comenzar por las tareas más difíciles, dejando las simples para el final. Si se lleva mucho rato estudiando una misma materia, es conveniente ir intercambiando con otros contenidos o asignaturas.
La primera fase del estudio es la captación de los datos. Para ello, lo mejor es hacerlo mediante la mayor cantidad de vías sensoriales: visual, auditivo o verbal. La vía principal dependerá de las condiciones de cada estudiante.
Luego viene la fase de retención y evocación. Aquí se recomienda que al final de la sesión el alumno escriba -sin consulta alguna- un resumen de lo aprendido.
Después viene la etapa de la elaboración e integración de los conceptos. Para ello resulta práctico poder discutir las ideas propias y resignificar lo aprendido con las ideas de los otros. Finalmente, se debe lograr aplicar lo aprendido a la resolución de problemas. De nada sirve el conocimiento si luego no sabemos dónde o para qué utilizarlo. Trate de ver con su hijo, cómo puede ocupar lo aprendido en su vida cotidiana. Trabaje con ejemplos concretos.

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